El Gobierno de Brasil ordenó esta semana el traslado de siete jefes del Comando Vermelho (CV), una de las organizaciones criminales más poderosas del país, hacia prisiones federales de máxima seguridad
Según Radio3, la decisión judicial busca desarticular el mando operativo del grupo, que habría seguido dirigiendo actividades delictivas desde las cárceles del estado de Río de Janeiro. Todos los trasladados cumplen condenas superiores a 30 años y son considerados figuras clave dentro de la estructura del CV.
El Ministerio de Justicia informó que los detenidos permanecerán aislados durante 22 horas al día, en celdas individuales y bajo vigilancia constante. Por razones de seguridad, no se revelaron los destinos de los reclusos.
Un operativo con saldo trágico
El operativo del 28 de octubre en las favelas de Penha y el Complexo do Alemão, en Río de Janeiro, dejó 121 muertos, lo que lo convierte en uno de los más mortales en la historia reciente del país.
Entre las víctimas hubo cuatro policías y más de un centenar de presuntos miembros del Comando Vermelho, aunque las circunstancias de las muertes todavía están bajo investigación.
Organismos de derechos humanos denunciaron posibles ejecuciones extrajudiciales durante la intervención. Amnistía Internacional calificó los hechos como una “masacre”, y exigió una investigación independiente e imparcial que esclarezca lo ocurrido.
Reacciones y debate sobre la violencia estructural
El operativo reavivó el debate sobre el uso excesivo de la fuerza policial en comunidades pobres. Diversos analistas señalaron que muchas de las víctimas eran jóvenes negros de las favelas, lo que refleja un patrón de racismo estructural y desigualdad persistente en la seguridad pública brasileña.
Aunque el traslado de los líderes del CV busca reducir la influencia criminal desde las cárceles, expertos advierten que la medida podría tener efectos limitados si no se enfrentan los problemas de fondo: la corrupción policial, la impunidad y la falta de políticas sociales en los barrios más vulnerables.
La decisión del Gobierno de Brasil de reforzar el control sobre los líderes del Comando Vermelho es vista como un paso importante, pero insuficiente, en la lucha contra el crimen organizado y la violencia estructural que afecta a millones de personas en las periferias urbanas.



