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Ocurrió en las afueras de Vera, provincia de Santa Fe. Una mujer de 75 años fue calcinada en un incendio alimentado por tres garrafas abiertas. La declaración del padre del asesino: «Vamos a hacer un viaje largo. Si no querés quedarte sólo, tenés que venir con nosotros».

Reymundo Macía, un hombre de campo de 86 años, jubilado, dedicado a la cría de ganado durante toda su vida, decidió acostarse temprano el sábado pasado. Eran cerca de las 19 cuando fue a su habitación en La Querencia, su estancia en Santa Lucía, una zona rural en las afueras de la ciudad de Vera, provincia de Santa Fe. Creyó que no iba a poder conciliar el sueño. Finalmente se recostó y se durmió. La oscuridad ya había ganado terreno.

En el living habían quedado los otros dos integrantes de la casa: su hijo, Mario Macía, de 38 años y su esposa, Rosa Gorosito, de 75. Se habían quedado conversando. Difícilmente, Reymundo pudo haber imaginado que algunas horas después se despertaría con su casa envuelta en llamas, con su mujer cruelmente asesinada y con su hijo acusado de haberla matado en medio de un pacto suicida que por algún motivo, falló. Tras presuntamente matar a su madre, Mario fue a comer un asado con sus vecinos horas después. Luego, durmió la siesta. Para un lugar como Santa Lucía, este crimen se convierte en algo inaudito.

«Nos cuesta creer lo que pasó. Nunca nos topamos con un caso así. Todavía hacemos pericias sobre la casa quemada y sobre el cuerpo calcinado. Las pruebas más importantes que tenemos son las declaraciones testimoniales. En base a eso pudimos reconstruir la secuencia completa», dice uno de los investigadores.

Según consta en el expediente, Macía hijo enfrentaba problemas económicos y psicológicos desde hace varios meses, al menos según el relato de su propio padre. «Mi hijo tenía algunas deudas por el campo. No estaba bien. Como yo estuve enfermo y me tuvieron que internar por una infección urinaria, él se había hecho cargo de todo pero las cosas no le salían bien. No es muy lúcido con las cuentas, tenía problemas de dinero. Andaba muy mal. En el último tiempo llegaba y decía que se quería suicidar, Que no quería saber más nada con este mundo, se lo decía a su madre y ella siempre le respondía que no lo haga, que ella sin él no podía vivir. Le repetía, una y otra vez: ‘Si vos te vas a suicidar, primero matame a mí'», contó Reymundo ante Martín Gauna Chapero, el fiscal del caso, que miraba atónito.

El sábado pasado, cerca de las 17, Reymundo pasó por el living de su casa y se topó con su hijo y su esposa. Estaban los dos juntos, conversaban. La escalofriante escena la describió en detalle: «Mi mujer y mi hijo estaban reunidos. Me contaron que hicieron un pacto donde él debía matarla y después se tenía que quitar la vida. No sé bien por qué pero entre los dos empezaron a quemar sus ropas. Y me dijeron una frase que me hizo muy mal: ‘Vamos a hacer un viaje largo. Si no querés quedarte sólo, tenés que venir con nosotros’. Les respondí que mi vida vale mucho. En realidad nunca me imaginé que podía ser algo cierto, por eso me fui a mi habitación. Era temprano, a eso de las 19″.

Reymundo luego contó que se fue a dormir. Algunas horas después escucho dos detonaciones. No entendía qué pasaba. Al mismo tiempo empezó a sentir un calor extremo y a toser. Por debajo de su puerta vio cómo ingresaba un espeso humor negro y el fuego comenzaba a asomar por las rendijas. Su casa se incendiaba. Desesperado, intentó salir por la ventana de su habitación pero los barrotes de hierro se lo impidieron. Llego a resignarse a morir consumido por las llamas, pero alguien tocó la ventana. Era Mario, su hijo. Tenía una amoladora en la mano. Rápidamente cortó los hierros de protección de la abertura y ayudándose de un banquito pudo ayudar a salir a su padre.

Una vez afuera se quedaron los dos contemplando la casa que ardía. «¿Qué pasó? ¿Qué hiciste?», le recriminó el padre.

Mario lo miró con frialdad y no dudó en contarle la verdad: «Maté a mamá e hice explotar tres garrafas para prender fuego la casa».

Reymundo no podía creerlo: el cadáver de su compañera de vida se calcinaba dentro de su casa en llamas. Su hijo, el asesino, contemplaba el fuego junto a él.

«¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Qué decimos? ¡Nos van a meter presos a todos!», dijo el padre entre la ira, la incredulidad y la angustia. «Digamos que fue un accidente. Que se prendió fuego todo y que mamá no pudo zafar», contestó su hijo. «No, se van a dar cuenta. Tenemos que decir la verdad. Hay que decir la verdad. Basta de esta locura», replicó Macía padre. Mario aceptó sin mayor oposición.

A Reymundo le pareció raro, pero pensó que después de todo lo que había pasado finalmente su hijo había recapacitado o al menos entendido la gravedad del asunto. En tan solo unas horas descubriría que era todo lo contrario.

Finalmente decidieron tomar la camioneta familiar, una Fiat Strada verde oscuro patente JOT 364, para ir a la ciudad de Vera y, según lo que habían acordado, presentarse ante la Policía de la provincia para contar todo.

En el trayecto se encontraron con un obstáculo: el barro. La única ruta posible estaba completamente anegada. La lluvia persistente que había afectado a esa zona había convertido los caminos en intransitables. La camioneta se quedó empantanada y no pudieron avanzar. Solo habían hecho unos cuatro kilómetros. La madrugada ya había recorrido un par de horas y el reloj marcaba las 2 AM. En esa zona no hay luz artificial, alumbrado público. La oscuridad era total.

Así, Reymundo y su hijo optaron por no moverse y quedarse en la camioneta a pasar la noche. Ninguno de los dos habló hasta que se durmieron.

A la mañana siguiente, Mario decidió ir a buscar ayuda. Le dijo a su padre que se quede ahí sin moverse, que él iba a dar una vuelta a ver que encontraba. El padre aceptó. En realidad, el hombre de 38 años sabía dónde iba. Se dirigió directamente a la casa de Juan Cainelli, un hombre con quien Mario tenía una relación cordial de vecinos y que, también, conocía a sus padres.

Mario Macía se presentó en la casa. Ya era el mediodía de aquel domingo. Su estado era deplorable: tenía la ropa hecha harapos, la cara negra por la ceniza y quemaduras superficiales. «¿Mario? ¿Sos vos? ¿Qué te pasó hermano? ¿Estás bien?», dijo asombrado Cainelli mientras abría la puerta. «¡No sabés lo que paso! Explotaron unas garrafas en casa, se prendió fuego una parte. Pero quédate tranquilo que ya está todo bien. No fue nada grave», replico rápidamente Mario.

El discurso del hombre que había salido del incendio parecía ensayado, según contó Cainelli a la Policía algunas horas más tarde. Quizás, lo practicó durante el trayecto de la camioneta a la casa de su vecino.

«¿Y tus viejos cómo están?», preguntó Cainelli, casi como un reflejo. Macía hijo le mintió: «Por suerte bien, zafaron. Justo se habían ido los dos juntos a Reconquista a hacer unos trámites. No les pasó nada».

El dueño de casa lo hizo entrar. Lo invitó a pasar al baño para que se asee un poco. Luego lo llevo hasta el patio trasero. Allí estaban sentados en una mesa larga otros dos vecinos del barrio: Facundo Mendoza y Daniel Cuatrín. Los dos hombres se preocuparon, por supuesto, y recibieron las mismas respuestas de Mario. Sobre todo, el detalle de que sus padres estaban sanos y salvos. Mario se sentó con ellos. Comían un asado. Lo convidaron y, sin ningún tipo de problema o remordimiento, el hombre que horas atrás había matado a su madre se sentó a compartir el almuerzo

Mientras tanto, Reymundo continuaba en la camioneta. Las horas pasaban y su hijo no regresaba. Su avanzada edad y su deteriorado estado de salud le impedían salir y caminar entre el barro para buscar ayuda. No tuvo más opción que quedarse a esperar.

Durante el almuerzo en lo de Cainelli, Macía actuó de forma normal. En sus declaraciones testimoniales, los tres amigos que comieron junto a él aseguraron que no lo notaron alterado ni nervioso. Todo lo contrario.

Cuando terminaron de comer, cerca de las 4 de la tarde, Macía le dijo al dueño de casa que estaba algo cansado: «Juan, ¿no tendrás algún lugarcito donde me pueda tirar a dormir la siesta? Con esto del incendio estuve toda la noche en vela». Cainelli, un tanto extrañado pero comprensivo de la situación, le dijo que en el garaje había un viejo camión Mercedes Benz y que se podía tirar en la caja donde había algunas mantas.

Pasaron algunas horas y Macía hijo seguía su descanso en el camión. Mendoza y Cuatrín, que se habían quedado de sobremesa con Cainelli decidieron volver a sus casas. Tomaron sus motos y se retiraron. Como pudieron, tratando de evitar las zonas anegadas por el barrial, tomaron la ruta.

A los pocos kilómetros algo les llamó la atención: era la camioneta Strada de los Macía. Un bulto en el interior los hizo acercarse. «¿Don Reymundo? ¿Qué hace usted acá? Su hijo nos contó lo de la casa», dijo uno de ellos. El hombre dentro del vehículo no entendía nada. Estaba sin comer ni beber nada hacía más de 12 horas. Como pudo les conto la verdad: «Siempre estuve acá. Mario mató a Rosa, su mama, y después prendió fuego todo».

Mendoza y Cuatrín decidieron actuar. Primero llevaron como pudieron a Reymundo hasta la casa de uno de ellos para ponerlo a resguardo. Luego fueron nuevamente a lo de Cainelli que, a medida que escuchaba la historia que le contaban sus amigos, no podía creerlo. Tenía a un asesino durmiendo en su casa. Llamaron a la Policía de Santa Fe, que llegó a los pocos minutos.

Mario es un hombre de gran tamaño, corpulento. Cuando lo fueron a despertar de su siesta en el camión para detenerlo se resistió. Intentó escapar. Forcejeó con cuatro efectivos que estaban en el lugar. No podían contenerlo hasta que finalmente le colocaron los precintos en las muñecas. Sin calmarse ni por un momento comenzó a gritar: «!Mátenme, mátenme!. No quiero vivir. Tengo que estar con mi mamá, ¡yo se lo prometí! ¡Mátenme!»

«La escena fue increíble. Nos pedía que lo matemos. Estaba sacado. El viaje posterior en el patrullero hasta la comisaría también fue un desastre. No paraba de gritar. Realmente estaba muy mal», relató uno de los efectivos que participaron en la detención en declaraciones a medios locales que adelantaron el caso.

Gran parte de la secuencia que reconstruyó la Justicia se realizó con el testimonio de Reymundo, que fue internado luego en un hospital local. Su relato lo hizo ante el fiscal en el centro de salud, donde permanece hasta hoy. Los médicos no encontraron ninguna lesión importante pero lo mantienen allí por el estrés y el shock que todavía perduran.

Cuando la Policía Científica de Santa Fe llegó a la casa de los Macía se encontró con un lugar prácticamente consumido por el fuego. En una de las habitaciones estaba el cuerpo de Rosa Gorosito. En realidad, lo poco que quedaba. Estaba absolutamente calcinado, prácticamente reducido a cenizas, apenas su forma, el cráneo negro. Además, junto al cadáver, los peritos encontraron un rifle del que sólo quedaba el caño y tres garrafas que habían explotado. Sus válvulas de pase de gas se encontraban abiertas.

Las preguntas de los investigadores son muchas. ¿Por qué Mario no cumplió con ese supuesto pacto suicida? ¿Por qué decide salvar al padre y luego lo abandona en la ruta? ¿Se trataba de deudas? Los perfiles comerciales de Mario y Reymundo no revelan préstamos pedidos a bancos o números en rojo.

Una fuente clave en el expediente afirma: «Lamentablemente nunca vamos a poder saber fehacientemente de que murió la señora. Fue imposible realizarle la autopsia por lo calcinado que estaba el cuerpo. Creemos que murió de dos disparos realizados con ese rifle, pero es imposible de comprobar. Se quemó todo. Es difícil entender lo que hizo por que las cosas no tienen coherencia. Nuestra hipótesis es que esto lo tenía planeado. Cuando revisamos la camioneta de los Macías nos encontramos con que estaba cargada con elementos de valor. Incluso había unos portafolios con los documentos del campo y dinero en efectivo. Se llevó con antelación lo más importante. Le disparó dos veces a la madre y luego hizo explotar las garrafas que estaban en el lugar. Lo que hizo después quizás obedece a un desorden psiquiátrico»

Los exámenes psicológicos que se le realizaron al detenido confirman esta teoría. Un informe preliminar del doctor Horacio Goldaraz determinó que Macía sufriría de psicosis y esquizofrenia. En los próximos días se realizará una junta médica de salud mental en la ciudad de Santa Fe para poder determinar con certeza cuál es estado del hombre y fundamentalmente conocer si comprende la criminalidad de sus actos. Esto es clave para poder continuar con el proceso penal. El médico también recomendó el inmediato traslado de la comisaría a un hospital donde pueda ser medicado y tratado.

La jueza que interviene en la causa, Claudia Bressán, ordenó que Macía sea llevado al Hospital Central de Reconquista. Allí quedó internado con custodia de la Unidad Regional 9 de Vera. Para la Justicia es indispensable que sea tratado por temor a que pueda suicidarse. El imputado repite una y otra vez: «Mis días están contados».

Cuando uno se acerca hasta la casa donde sucedió el horror primero se topa con una tranquera que quedó abierta, algunos metros más adentro aparece la casa rodeada de una cinta perimetral de la policial que se rompió y cayó al pasto. Aún hoy, ocho días después del hecho, hay olor a quemado y se siente calor.

 

 

 

Fuente: Infobae

Hoy a las 15.30, en el playón del barrio 290 de Trelew, se realizará una marcha al cumplirse dos años del asesinato de la menor Candela González ocurrido en una plaza de la zona norte de la ciudad.

La marcha saldrá desde el barrio 290, de ahí partirán al cementerio y luego caminarán por el centro de la ciudad. «Pedimos a los vecinos que nos acompañen, voy a seguir luchando para que Jorgelina Domínguez pague por lo que hizo. No voy a bajar los brazos», dijo la mamá de Candela González, Vilma Felices.

 

 

El Chubut

Manuel Ávila asesinó a su hija de seis años. Los fiscales le imputan un delito previsto con prisión perpetua.

Manuel Antonio Ávila (40) quedó detenido en prisión preventiva por el homicidio de su hija Martina, de seis. “Según constancias en autos, la niña presentaba un retraso mental con trastorno de la función motriz”, relataron los fiscales, quienes calificaron el homicidio como “una inusitada violencia desplegada contra una criatura”.

El homicidio se cometió la noche del sábado en el barrio San Miguel, cuando Ávila –según imputan los fiscales Alex Williams y Fernando Blanco- “le propinó múltiples golpes en la cabeza a su hija, provocándole serias lesiones en el cráneo. También efectuó un corte transversal en la base del cuello de 19 centímetros ocasionándole la muerte”.

La policía lo detuvo en la vía pública, donde esgrimió el cuchillo y se autolesionó en el pecho. Fue trasladado al Hospital y luego de recibir el alta fue trasladado a la Comisaría, donde quedó detenido.

La audiencia de apertura de investigación y control de detención se realizó el mediodía del lunes en Tribunales ante el juez Marcelo Orlando.

Los fiscales Alex Williams y Fernando Blanco formularon la imputación por “homicidio agravado por el vínculo y cometido con alevosía”, previsto en el artículo 80 del Código Penal con una pena única de prisión perpetua en caso de ser encontrado culpable en juicio. Ávila, quien lloró al escuchar el relato de los fiscales, decidió no declarar en la audiencia y el defensor público Gastón Ledesma solicitó su libertad mientras continúa la investigación, pero su planteo fue rechazado.

Finalmente, el juez Marcelo Orlando dispuso la apertura de investigación por un plazo de seis meses y resolvió que Ávila continúe detenido en base a los peligros de fuga y de entorpecimiento de la investigación. “La pena en expectativa es la prisión perpetua”, indicó el magistrado y afirmó que “es un hecho grave en perjuicio de una niña de poca edad cometido con violencia inusitada”.

Condenado por el crimen de Gonzalo Acro, el ex líder de los Borrachos del Tablón describrió las pésimas condiciones de detención que se viven en la Unidad Penitenciaria N° 6.

Alan Schlenker, imputado en la causa por el crimen de Gonzalo Acro, se encuentra detenido en la Unidad 6 de Rawson, Chubut, con cadena perpetua. En diálogo con el programa radial Código de Barras, el ex líder de la barrabrava de River brindó detalles escalofriantes de su estadía en el Instituto de Seguridad y Resocialización.

«Estoy en el pabellón 10, que le dicen La Villa, porque es en el que están los internos de mala conducta. Diría que la cárcel es un campo de concentración», graficó el hombre que fue acusado como instigador en el homicidio de Acro. Y continuó: «Estás lejos de tu familia e imposibilitado de todo. Yo estoy ávido de noticias y no te dan acceso a la información. Cuando mi familia me trae el diario, me lo tiran al suelo y me dicen que está prohibido. Hay 4 televisores en los que pasan cumbia, reggaetón, alguna película o partido, pero no se ven los noticieros».

Schlenker había cumplido dos años en el Complejo Penitenciario de Marcos Paz, antes de ser excarcelado. Luego fue encerrado en la Unidad Penitenciaria de Azul, donde tenía la posibilidad de estudiar Derecho. Según contó, en febrero de 2018 lo trasladaron a Rawson, justo antes de tener una entrevista con gente de Innocence Project Argentina, que trabaja en casos donde, por error judicial o causa armada, personas inocentes han sido condenadas injustamente a penas privativas de la libertad. El próximo sábado cumplirá 4 años como recluso (y 6 en total).

«En Chubut estamos tan lejos que ni siquiera agarramos la radio AM con las noticias de Buenos Aires. Apenas en alguna AM o FM tenemos algún breve acceso a la información. Me alejaron a 1.500 kilómetros de distancia de mi hijo de 5 años, de mi familia y mi posibilidad de estudiar. Acá estoy hace más de un año y pude ver dos veces a mi hijo, cuando en Azul lo veía todos los meses», aseveró.

Más allá de la incomunicación, Schlenker brindó otros crudos aspectos que se viven día a día en la cárcel sureña: «Hay mucho frío y solamente dos calefactores, no hay módulo sanitario como exige el Código, no te sacan al patio, solamente una vez por mes vemos la luz del día porque estamos encerrados en un pasillo». Y ahondó: «Más allá de que parece un campo de concentración pese a que estamos en 2019 y es una locura que se permita esto, hay cantidad de muertos por violencia interna, gente que se prende fuego y otra que no tolera el régimen». La lectura es lo único que funciona como atenuante ante estas situaciones cotidianas.

En tanto, ejemplificó la estadística que afirma que el 1 por ciento de la población carcelaria, muere: «En la cárcel de Rawson hay 500 presos y el año pasado murieron 5 por violencia interna, a puñaladas». Además, criticó el trato que recibe como recluso: «Es degradante e inhumano, nadie hace nada, no hay fondos. Tampoco reinserción, están todos aislados, encerrados y empastillados. Ni siquiera le sirve para limpiarse al que se droga, porque cuando llega el enfermero, todos gritan ‘ahí llegó el transa’ y van a buscar sus pastillas».

Mientras Schlenker, piloto comercial de primera clase e ingeniero agrónomo recibido en la UBA, mantiene la lucha por su inocencia y apela a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, también refleja la realidad que no se ve: «No se brinda ninguna rehabilitación, la sociedad pide demorar a los presos más tiempos, pero no se da cuenta que eso va a traer peores males para nuestros hijos y nietos. La gente sale más resentida y delincuente que cuando entró, por eso hay tanta reincidencia. Hace falta que se invierta mucho más en algún tratamiento para resocializar a los internos, cosa que no ocurre».

Hace algún tiempo, confesó haber compartido asados con Ramón Díaz y Marcelo Gallardo, con quienes perdió vínculo. Ahora asegura que no volvería a tomar la tribuna de River ni a la popular porque «es una etapa superada». Pero sí admite que tenía la idea de ser dirigente millonario. «¿Cómo me veo en 10 años? Trabajando, libre, con mi hijo. Ojalá la gente se de cuenta que estoy del lado de la sociedad por haber enfrentado a barras mercenarios y al corrupto de Aguilar», concluyó.

Schlenker contra José María Aguilar

  • «Me condenaron sin pruebas, sin tener nada que ver y sin elementos de cargo. Violaron mi derecho a defensa en juicio. Todo fue armado por José María Aguilar. Fue por haber declarado contra él, era un cabo suelto. Mi peor error fue presentarme a declarar… Vivimos en el reino del revés»
  • «No estoy detenido por haber sido de la barra, fui hincha, formé parte de Los Borrachos del Tablón porque no era un delito. Si lo hubiera sido, no hubiese sido de la hinchada ni hubiera subido a un paravalanchas. Estoy preso porque me enfrenté a la peor mafia, la de Aguilar, Mario Israel, Rousseau y compañía»
  • «El crimen de Acro fue utilizado por Aguilar, manipulado, impulsado mediáticamente para tener una condena injusta. Fue muy importante la estigmatización mediática que me hicieron los multimedios que respondían a Aguilar»
  • «Desde que me detuvieron, nadie más protestó, se quejó ni insultó a Aguilar. Terminó lo más campante su mandato paupérrimo y deplorable, que con la continuidad del de Passarella nos terminó enviando al descenso. Estoy preso pero mi frente está en alto porque traté de impedir esta catástrofe»
  • «Esta barra no aprendió nada y pasó hacer todo lo contrario, usan a la gente de escudo humano. No les importa River ni la gente, sólo están para hacer negocios»

El menor G.M.M., Jonathan Ezequiel Barrera y Silvina Raquel Vera fueron formalmente imputados por el homicidio de José Oviedo. El hecho acontecó días pasados en el barrio Los Bretes, perteneciente a la Fracción 14 de la ciudad de Comodoro Rivadavia.

Asimismo y por solicitud de los fiscales se dispuso su prisión preventiva por el término de tres meses y se otorgó a la fiscalía el plazo de seis meses de investigación. La defensa solicitó la libertad con prohibición de acercamiento para sus asistidos y subsidiariamente su arresto domiciliario.

Presidió la audiencia de control y apertura Mariel Suárez, jueza penal; por el Ministerio Público Fiscal asistieron Juan Carlos Caperochipi, fiscal jefe, Verona Dagotto, fiscal general y Belén De La Canal, funcionaria de fiscalía; en tanto que la defensa de los tres imputados fue ejercida por Cristina Sadino, defensora pública y el menor además por la Asesora de menores Andrea Mac Garva.

En un primer momento la fiscal solicitó se declare legal la detención de los tres imputados ya que la misma fue autorizada por un juez penal competente. Los tres imputados se presentan junto a un grupo de personas en el domicilio de la víctima, José Oviedo, solicitando que salga su hijo para hacer justicia por mano propia. En tanto que Oviedo se resistía, comenzaron a arrojar piedra, rompen las ventanas y obligaron a Oviedo a salir munido de un machete diciendo que su hijo no había sido el autor del abuso sexual del cual se lo acusaba. Corre unos 500metros mientras era agarrada y golpeada, se cruza con el Comisario Farsi y el oficial Campos que intentan detenerlo y protegerlo de las agresiones.

Dichos uniformados pudieron reconocer a los imputados que se encuentran en la sala, aseguró la fiscal. Sin que los uniformados pudieran detenerlos continúan los golpes contra la víctima. Luego lo atan con una soga de los pies y lo arrastran unos 15 metros. Existen elementos de convicción suficientes para tenerlos como presuntos coautores del hecho con la intención de matarlo. La autopsia al cuerpo de la víctima estableció como causa de muerte de Oviedo, politraumatismos múltiples en cráneo, tórax y abdomen. Solicitando se califique provisoriamente el hecho como “homicidio simple, agravado por la intervención de un menor” en calidad de coautores y subsidiariamente como “homicidio en agresión”.

Asimismo la fiscal solicitó el plazo de seis meses de investigación, y en base a la existencia de elementos de convicción suficientes para tenerlos como probables coautores del hecho grave y la existencia de los peligros de fuga y entorpecimiento, la prisión preventiva por tres meses de los 3 imputados.

La defensora por su parte argumentó que si bien el hecho relatado es detallado, no surge claro del mismo la acción llevada a cabo por cada uno de los imputados. Postulando la calificación alternativa de “homicidio en agresión” y no la de “homicidio simple”. Respecto de la solicitud de prisión preventiva no hay indicios de presencia y la detención se encuentra inserta en un contexto y en una realidad determinada, sostuvo. Todos tienen arraigo en la ciudad, por ello solicitó la libertad de sus 3 asistidos con prohibición de acercamiento a testigos y subsidiariamente su arresto domiciliario. Igual pedido realizó la Asesora de menores respecto de G.M.M.

Finalmente la jueza penal resolvió declarar legal la detención de los tres imputados en base a los elementos de convicción suficientes existentes, decretando la apertura de la investigación preparatoria del caso en base al hecho y la calificación legal expresada por los representantes de fiscalía. Dando por anoticiados a los imputados de los mismos y por asegurada su defensa técnica. Dictando el plazo de seis meses de investigación y de tres meses de prisión preventiva para los tres imputados.

Uno de ellos habría confesado el asesinato de Daniel Barizone, cordobés de 65 años. La víctima fue atacada mientras descansaba junto a su esposa y a su hija en Salvador de Bahía.

Durante el mediodía de este jueves la Policía de Brasil detuvo a dos hombres acusados de ser los autores materiales del crimen de Daniel Barizone, el turista argentino que murió apuñalado en un intento de robo en una playa de Salvador de Bahía.

Mediante la revisión de cámaras de seguridad del Municipio, los investigadores de la División de Homicidios de la Policía Civil dieron con los delincuentes, que fueron identificados como Lucas Amancio de Souza, de 23 años, y Danilo Lima, de 18. Ambos cuentan con antecedentes penales.

Pablo Virasoro, cónsul argentino en Salvador de Bahía, confirmó la detención y aseguró que «uno de ellos habría confesado ser el autor del crimen». Además, informó que contactaron a Emilia y Daniela, esposa e hija de Barizone, «para que hagan el reconocimiento de los acusados y les entreguen los celulares que ellos les robaron».

Por otra parte, Virasoro dio a conocer que el Gobierno de la provincia de Córdoba se hará cargo de los costos -alrededor de 4 mil dólares- del traslado del cuerpo hacia Córdoba capital, donde viven. «Ellos viajaron sin seguro de viajero por lo que se planteó esa dificultad para el repatriado de los restos, pero gracias a la gestión de los familiares se consiguieron los fondos», explicó a TN el funcionario.

Daniel Barizone, de 65 años y oriundo de la localidad cordobesa de Obispo Trejo, estaba de vacaciones en Salvador de Bahía acompañado de su mujer y su hija. La familia visitó el martes por la tarde, cerca de las 18, el faro de Itapúa, donde durante un intento de robo, el hombre recibió dos puñaladas en la zona de las costillas y perdió la vida en la playa.

En medio de la conmoción, la esposa dio un crudo relato de lo ocurrido en el que contó que escuchó a su marido gritar «socorro, auxilio», y de repente uno de los ladrones se le abalanzó para quitarle la riñonera. «Me tiró la remera, me la rompió y mi marido vino: tironearon los dos. Mi hija vio cuando le clavaron una faca», contó.

Emilia dijo que recibió ayuda de dos hombres en el lugar y se quejó por las demoras en la llegada de la asistencia médica. «Pasaron muchos minutos hasta que llegaron los médicos. Se demoraron y vino un equipo muy rudimentario. Después me di cuenta de que no había nada que hacer», se lamentó entre cuestionamientos.

Junto a representantes del Consulado, Emilia y su hija Daniela buscaron opciones para regresar a Córdoba lo antes posible, pero al no haber opciones disponibles tomarán el vuelo que ya tenían confirmado. Volverán el próximo sábado 24.

 

INFOBAE

En horas de la mañana del presente martes se concretó en los tribunales penales ubicados en el barrio Roca la audiencia preliminar por el homicidio de Alan Nahuelmilla, acontecido entre el 14 y 15 de abril del año pasado. La investigación tiene como imputados a Ángel Eduardo, Sebastián, Kevin Edgardo y Marcelo Fabián Ibáñez. La fiscal presentó la acusación, solicitó el mantenimiento de la prisión preventiva que vienen cumpliendo los 4 imputados y requirió se eleve la causa a juicio oral y público. Por su parte la defensa de los imputados cuestionó la calificación jurídica y la participación de sus asistidos en el hecho y requirió una medida sustitutiva a la prisión preventiva para ellos. Finalmente el juez penal resolvió elevar la causa a juicio, en tanto que mantuvo la prisión preventiva que vienen cumpliendo los 4 imputados por el término de tres meses.

Presidió la preliminar el juez penal Alejandro Soñis; por el Ministerio Público Fiscal se hicieron presentes Camila Banfi, fiscal general y Belén De la Canal, funcionaria de fiscalía; en tanto que la defensa de los imputados fue ejercida por mauro Fonteñez, abogado particular de los mismos.

El hecho imputado en la acusación acontece el pasado 14 de abril de 2018, a las 23.00 hs. aproximadamente, cuando la víctima Alan Nahuelmilla y un amigo B. G. circulaban por la calle Los Duraznos, en zona de quintas, y fueron emboscados por los cuatro imputados armados. Procedieron a maniataros y a atarlos con una soga y arrastrarlos con la camioneta trasladándolos hasta la vivienda de uno de ellos. Una vez en el lugar los sometieron a ambos a diversos tipos de castigos físicos golpeándolos con patadas y golpes en la cabeza con una pala, con la cacha de armas de fuego y le cortaron a uno de ellos las orejas con un alicate en reiteradas oportunidades. Los desnudaron y les tiraron agua fría, tiraban tiros al cielo y amenazaban con matarlos reclamándoles les dijeran donde estaba el televisor. Todo ello por un lapso de cuatro horas, mientras filmaban la agresión.

Ya en la madrugada del 15 de abril de 2018 los imputados se retiraron del lugar junto a una de las víctimas, Nahuelmilla, arrastrándolo hasta el domicilio de uno de sus tíos donde lo abandonaron. Al regresar al lugar los imputados que aún mantenían retenido a B. G. continuaron con los golpes hacia éste, hasta que aproximadamente a las 8.00 hs. lo liberaron previo amenazarlo que no denuncie lo sucedido. Así B. G. huyó hacia su domicilio para luego ser trasladado al Hospital Regional. Por su parte los familiares de Nahuelmilla lo trasladaron hacia el Hospital donde luego de unas horas fallece por “traumatismo grave de cráneo por hemorragia intra-cerebral a causa de los golpes recibidos”.

La fiscalía imputó en la acusación a los cuatro hermanos Ibáñez, Ángel Eduardo, Sebastián, Kevin Edgardo y Marcelo Fabián, como coautores del delito de “privación ilegítima de la libertad agravada por ser cometida contra un menor, agravada por el número de autores y seguido de muerte dolosa, y lesiones leves respecto de B. G. en concurso ideal”. Entendiendo que el tribunal competente para el caso es un tribunal colegiado ya que la pretensión punitiva es de prisión perpetua. Banfi también hizo referencia a la prueba documental y testimonial ofrecida para el debate.

El defensor por su parte argumentó que “al día de la fecha no se pudo determinar cuál fue la participación que tuvo cada uno de sus asistidos. La víctima sobreviviente ha sido contradictorio en sus declaraciones”, aseguró el defensor. Cuestionando la participación y la calificación jurídica del hecho ya que a su entender “no se observa un respeto del principio de legalidad”.

El juez sostuvo que “las críticas del defensor no logran conmover la fuerte evidencia que ha presentado la fiscalía a lo largo de la investigación, con prueba testimonial, pericial y documental que darían cuenta de la participación de todos los imputados en el hecho”. Todos los cuestionamientos del defensor no son pasibles de revisión en esta instancia del proceso, ya que la verdadera prueba aún no se ha producido, sino que se producirá en la instancia de juicio oral. La evidencia contundente presentada por la fiscalía hacen suponer con probabilidad la autoría de los 4 imputados en el hecho, argumentó. Por ello debe autorizarse la apertura de juicio oral y público de la causa.

La fiscal solicitó el mantenimiento de la medida de coerción que vienen cumpliendo los 4 imputados por tres meses, en base a la existencia de elementos de convicción suficientes para tenerlos como probables autores del hecho. Por la pena en espera y las características graves del mismo, se presume el peligro de fuga.

El defensor aseguró que a esta altura del proceso no se tiene la certeza que el pedido de la fiscalía requiere, el beneficio de la duda debe prevalecer. Solicitando la sustitución de la medida de coerción.

Finalmente el juez penal resolvió dictar el mantenimiento de la prisión preventiva de los imputados por el término de 3 meses por la gravedad del hecho, ya que resulta proporcional en el tiempo y para proteger el proceso. Solicitando que a la menor brevedad posible se fije audiencia de debate en el caso.

Es por la muerte de Marcos Parraguez, el joven que fue apuñalado a la salida de un bar en la ciudad portuaria el pasado fin de semana.

Padre e hijo quedaron detenidos en prisión preventiva imputados como co-autores del homicidio de Marcos Parraguez, cometido la madrugada del domingo.

César Dancor (58) y su hijo Brian Sepúlveda (18) quedaron detenidos en prisión preventiva imputados del homicidio de Marcos Parraguez (27). El crimen se cometió la madrugada del domingo en la zona Oeste de la ciudad tras una pelea fuera del bar El Esquilador.

El domingo, a las 5 de la madrugada, hubo una discusión entre Marcos Parraguez y César Dancor afuera del bar “El Esquilador”, ubicado sobre calle Vito Roca al 780. A las pocas cuadras, cuando Parraguez iba hacia su domicilio, fue atacado por dos personas. Se trataría de Dancor y su hijo, Brian Sepúlveda.

La víctima recibió siete puñaladas en la zona de tórax, lo que le provocó la muerte a pesar de las atenciones recibidas en el Hospital local. Según el informe del Cuerpo Médico Forense, las heridas fueron provocadas por dos cuchillos distintos y al menos dos personas. Durante esa mañana se realizaron allanamientos y las detenciones de los sospechosos y en los procedimientos se secuestraron cuchillos y elementos que serán peritados.

En la denominada audiencia de apertura de investigación y control de detención, el juez penal Horacio Yangüela dispuso que continúen detenidos en prisión preventiva mientras avanza la causa. La defensa pública, en cabeza de Gastón Ledesma, solicitaba la libertad mientras dura el proceso que busca llegar a juicio. Pero el magistrado hizo lugar al pedido de la fiscal María Angélica Cárcano, a cargo del caso, y dispuso la continuidad de la medida de coerción por un plazo de 60 días. La fiscalía formuló cargos por “homicidio”, previsto en el artículo 79 del Código Penal con penas de hasta 25 años de prisión.

Diario Jornada

A veintidós años del crimen todos los asesinos están libres y la maquinaria empresaria-política-mediática nunca dejó de actuar. El ex comisario que le disparó se recibió de abogado y quiere ejercer, lo cual es repudiado por la familia. El pueblo trabajador no pierde la memoria, pero no alcanza con no olvidar.

La consigna “No se olviden de Cabezas” había sido inaugurada pocos días después del crimen de José Luis, el fotógrafo de la revista Noticias y Editorial Perfil. Durante meses se repitió insistentemente. En cada noticiero, en cada editorial, en cada acto callejero.

“No se olviden de Cabezas” era un pedido a la comunidad pero a su vez una necesidad de autorreafirmación. Una exigencia al Estado y a la vez un llamado a la autoconciencia. Y quienes más la agitaron y difundieron fueron, justamente, quienes hacían lo mismo que José Luis: fotografiar al poder, hacer periodismo y contar “lo que pasa”.

Pero había algo más profundo en esa consigna. Pedir públicamente que nadie se olvide de alguien era estar dando cuenta de que eso, precisamente, es una tarea que amerita ser solicitada. Parecería que por oposición, lo que menos cuesta, lo más “común”, es olvidar. Por eso pedir que no se olvidaran de José Luis Cabezas, en ese momento (1997), era al mismo tiempo pedir que no se olvidaran de todo lo que rodeaba a ese asesinato vil, abyecto, mafioso.

Víctimas y victimarios

“No se olviden de Cabezas”, el primer reportero gráfico que obtuvo una foto de Alfredo Yabrán. “No se olviden de Cabezas”, el que se apostó con su cámara en la Pinamar menemista y duhaldista para registrar las caras y los movimientos de algunos de los dueños de la Argentina. “No se olviden de Cabezas”, el trabajador de prensa que fue secuestrado, esposado, baleado y quemado en un pozo de General Madariaga, sin que los criminales tuvieran el mayor sobresalto en su empresa.

“No se olviden de Cabezas”, el fusible sacrificado cuando parte del poder empresario sintió que le habían mojado la oreja. “No se olviden de Cabezas”, porque si nos olvidamos de él nos vamos a olvidar de quiénes lo ejecutaron y de quiénes se beneficiaron con su sacrificio.

No olvidar a José Luis Cabezas era (al menos para quienes lo decían con convencimiento y conocimiento de causa) acordarse todo el tiempo de que no hay “gran empresariado” sin protección política y judicial. Y era tener presente también que la Policía Bonaerense (desde Ramón Camps a Pedro Klodczyk -y obviamente hasta hoy-) se especializa en desapariciones y asesinatos por encargo, en robos y contrabando de todo tipo y mil y un delitos complejos más. Una policía que es, sobre todo, brazo armado y guardián de una política que reparte riquezas entre pocas manos, expoliando a millones de trabajadoras y trabajadores.

No olvidar al reportero gráfico asesinado era, también, romper con una idea casi naturalizada por la ideología dominante y sus cadenas mediáticas reproductoras: la del olvido como método propicio para lograr impunidad.

No es posible soslayar que en esos años las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los indultos, es decir las herramientas legales con las que radicales y peronistas beneficiaron a miles y miles de genocidas, estaban totalmente vigentes.

También estaba en pleno desarrollo el operativo de encubrimiento a los responsables y cómplices del atentado a la AMIA.

Y casos como los de María Soledad Morales, Walter Bulacio, Miguel Bru o Andrés Núñez (por mencionar apenas un puñado entre miles de jóvenes víctimas inocentes) demostraban, con sus matices particulares, la relación estrecha entre crimen, mafia, poder económico, policía, “justicia” e impunidad.

Verano del 97

Aquel no iba a ser un año más. Por entonces se empezaban a desmembrar las alianzas políticas burguesas que habían garantizado la aplanadora neoliberal de privatizaciones, reformas del Estado, flexibilización laboral, desocupación a mansalva y varias tragedias sociales más.

Hubo quienes empezaban a conformar la Alianza entre la UCR y el Frepaso (que a su vez era un rejunte de peronistas desencantados y centroizquierdistas sin brújula). Y hubo también quienes habían dado sus votos y sus aplausos al primer menemismo y ahora empezaban a rajar como cucarachas a la búsqueda de nuevos rincones calentitos para seguir en carrera.

De esos espantos vendrían, primero, la catástrofe delaruista. Y después, jornadas revolucionarias de diciembre de 2001 mediante, sobrevendría el duhaldokirchnerismo por más de una década. Nombres más, nombres menos, el mismo personal político que dirigió aquellos años fue el que continuó garantizando los negociados de los poderosos, sus crímenes por encargo o sus crímenes sociales por desidia y corrupción, además de la brutalidad del aparato represivo estatal con su consiguiente impunidad.

Y ese 1997 fue, también, un año bisagra para las luchas del pueblo trabajador. En abril otro crimen (mucho más olvidado desde las usinas hegemónicas, incluso, que el de José Luis Cabezas) se perpetró en la Patagonia buscando acallar la pelea de docentes y trabajadores desocupados. Bajo las balas de la Policía de Neuquén, y en medio de un operativo represivo de la Gendarmería Nacional, caía en Cutral Có la joven Teresa Rodríguez. Crimen y castigo para la dura pelea del sur que no se resignaba.

Y en agosto, en medio de un paro nacional por trabajo, salario y contra los planes de hambre del peronismo, en el país hubo cientos de detenidos y heridos por la represión policial. Así, las listas de procesados por luchar empezaban a llenarse sin parar (con el tiempo llegarían a ser más de cinco mil personas). En esa jornada ninguna bala policial se cargó a nadie, y quizás por eso Menem y Duhalde no tuvieron que dar muchas explicaciones.

Ambos casos, que no fueron los únicos en aquel año, demuestran que el contexto nacional no permitía que el crimen de Cabezas pudiera ser considerado un hecho “policial” más y mucho menos era posible que algún atisbo de responsabilidad le pudiera ser adjudicada a la misma víctima por su calvario. Todo un país pareció gritar al unísono “¡No se olviden de Cabezas!”. Y eso duró largos meses. Hasta años.

Reacciones y razones

Generó mucha bronca popular Eduardo Duhalde cuando dijo “me tiraron un muerto”, como si los destinatarios finales del mensaje hubieran sido él y su ambición de suceder a Menem. Como si el crimen de un trabajador de prensa hubiera sido ejecutado para “escarmentar” a quien en verdad era una de las caras visibles de un régimen de hambre, desocupación y represión. El gobernador se basaba en el hecho de que al muerto “lo tiraron” al borde de Pinamar, su lugar de veraneo y de roscas políticas. Pero no convenció a nadie.

Y mucha más bronca generó en el pueblo trabajador la serie de noticias que fueron apareciendo desde el descubrimiento del cadáver de Cabezas. Sobre todo las que relacionaban inconfundiblemente a Alfredo Yabrán con mil y un negociados con el Estado, un ejemplo claro de “patria” empresaria engordada con las mismas prebendas y contratos con los que crecieron los Macri, los Bulgeroni, los Blaquier, los Rocca, los Noble-Magnetto y tantos otros.

Además de sacar esa foto condenatoria a Yabrán en la playa, ¿Cabezas vio o sabía algo más? Además de Yabrán, ¿había otros interesados en “escarmentar” a periodistas con poca discreción con el poder? Además de un grupo de lúmpenes reclutados por policías bonaerenses a pedido del jefe de seguridad de Yabrán, ¿quiénes participaron, de una u otra manera, del operativo criminal en Madariaga?

Las preguntas, aún hoy, se repiten entre quienes no olvidan a Cabezas. Y se complementan con otras preguntas que se hacen quienes tampoco olvidan a Teresa Rodríguez, a Víctor Choque, a las víctimas de la AMIA, a quienes cayeron en el puente de Corrientes apenas asumió De la Rúa, a Aníbal Verón, a los muertos del 19 y 20, a Kosteki y Santillán, a Julio López, a Fuentealba, a Mariano Ferreyra, a los qom de Formosa, a los sin tierra de Jujuy y a los sin casa del Parque Indoamericano. Y a tantos. Las preguntas siguen formulándose. Aunque quienes no olvidan saben muchas de las respuestas.

Amnesia que anestesia

¿Quiénes se olvidaron de José Luis Cabezas? O, mejor dicho, ¿quiénes buscaron siempre que todas y todos nos olvidemos de él? Sin dudas, quienes hicieron todo lo posible para encubrir a sus verdugos. También quienes vieron en ese crimen la posibilidad de ganarse una buena cuota de impunidad para sus otros crímenes. Por supuesto, también quienes poseen los micrófonos, las pantallas y las rotativas, esos para los que trabajan los compañeros de ruta de Cabezas. Y, huelga decirlo, quienes necesitan del olvido popular para seguir perpetuando sus dominios.

Veintiún años después la familia de Cabezas sigue exigiendo una justicia “justa”, rechazando que los criminales salgan libres gracias a los favores surgidos de despachos ensombrecidos. Pero no será (nunca lo es) la mayor o menor cantidad de años que pasen tras las rejas lo que determine que los asesinos realmente “paguen” por lo hecho (y menos aún que evite que esos crímenes sigan sucediendo).

Tampoco serán los culposos discursos de dirigentes hábiles los que permitirán al pueblo trabajador dejar de desconfiar del poder económico-político-judicial, que ante cada nuevo crimen político o social vuelve a mostrar su rostro más perverso.

Quienes quisieron que nos olvidemos de Cabezas, en gran medida, fracasaron. Porque la gran mayoría de quienes dijeron aquel verano de 1997 “¡No se olviden de Cabezas!” son los mismos que hoy siguen luchando contra las impunidades del pasado y del presente. Pero tan cierto como eso es que quienes quisieron que nos olvidemos de Cabezas no abandonaron ni el poder ni las mañas que ese poder conlleva.

Todos los condenados en el caso Cabezas (con penas de hasta reclusión perpetua) hoy están libres. El último en salir fue el excomisario de la Bonaerense Gustavo Prellezo, quien disparó dos veces a la cabeza del fotógrafo y ordenó que prendan fuego su cadáver dentro del auto de la víctima.

Será que no alcanzó con no olvidar. Será que mucho más duro que combatir el olvido es lograr darle una pelea hasta vencer a quienes hacen del olvido una táctica para mantener su dominio. Será que la justicia por José Luis Cabezas, y por todas y todos quienes cayeron a manos de las balas y las trampas de los poderosos, llegará cambiando de raíz el sistema mismo que crea, a cada instante, nuevas víctimas. Sacándole, de raíz, el poder y las riendas a los victimarios.

 

laizquierdadiario.com

Pasadas las 11 de hoy continúa desarrollándose en el edificio de Tribunales de Trelew, la audiencia de apertura de investigación y de control de las detenciones de cinco individuos en el marco de la investigación por el homicidio de Cristina Miguel Tripaiñán ocurrido el último sábado en la ciudad de Trelew.

La audiencia se inició a las 8 de la mañana de hoy y es presidida por el juez César Zaratiegui. A las 11 se realizó un cuarto intermedio para luego de algunos minutos proseguir sobre la base de la investigación realizada por la Brigada de Investigaciones de la Policía de Trelew a instancias de la fiscal general María Tolomei y la funcionaria Julieta Gamarra.

El crimen se produjo el sábado último en horas de la madrugada y la víctima además de recibir puñaladas, sufrió disparos de armas de fuego y golpes. Los individuos sospechados de haber tenido algún grado de participación en el crimen fueron detenidos a lo largo del domingo pasado en el marco de siete allanamientos en los que se incautaron además armas blancas, proyectiles y cartuchos de diferentes calibres, ropa y otros de elementos de interés para la investigación.