Especies Marinas en la Antártida. Una misión internacional a bordo del buque RSV Nuyina reveló especies marinas únicas, posiblemente nuevas para la ciencia, y arrojó datos clave sobre el impacto del cambio climático en los glaciares antárticos.
Una reciente expedición científica al continente antártico permitió el hallazgo de una sorprendente diversidad de fauna marina, incluyendo especies tan insólitas como el “cerdo marino”, la “araña de mar” o la “mariposa marina”, según publicó Canal 26.
Estos descubrimientos, algunos de los cuales podrían representar nuevas especies para la ciencia, fueron realizados por un equipo de investigadores internacionales durante una travesía de 60 días a bordo del rompehielos RSV Nuyina, en el marco del Programa Antártico Australiano.
Fauna marina única y pistas sobre el cambio climático: las principales conclusiones de la investigación
El cerdo marino (Protelpidia murrayi), por ejemplo, es un tipo de pepino de mar que habita en el fondo oceánico. Sin ojos, con un cuerpo blando y patas grandes, se alimenta de la materia orgánica que cae desde las capas superiores del océano.
La araña de mar observada, que puede alcanzar hasta medio metro de longitud, no es un arácnido, sino un artrópodo más cercano a los crustáceos, que habita las profundidades con patas largas y delgadas.
Otro hallazgo destacado fue el de la mariposa marina (Clio pyramidata), un pequeño caracol que nada batiendo unas alas membranosas. Uno de los ejemplares capturados puso huevos a bordo, lo que brindó a los científicos una oportunidad sin precedentes para observar su desarrollo embrionario en condiciones controladas.
Según explicó el profesor Jan Strugnell, de la Universidad James Cook, la expedición permitió recolectar una muestra excepcionalmente diversa de organismos. “Probablemente hemos identificado especies que nunca antes habían sido documentadas”, afirmó.
Más allá de estos descubrimientos zoológicos, la expedición tiene un objetivo central: estudiar los efectos del calentamiento global sobre el glaciar Denman, considerado uno de los más vulnerables del continente.
Este glaciar retrocedió aproximadamente cinco kilómetros entre 1996 y 2018, un dato alarmante que subraya la urgencia de comprender cómo el calor oceánico está acelerando el deshielo antártico.
En ese contexto, la investigadora Laura Herraiz Borreguero destacó la importancia de acercarse lo más posible a las plataformas de hielo para medir directamente las propiedades del océano y sus flujos térmicos.
Durante el recorrido también se documentó un iceberg de color jade, una rareza visual que, según la científica Delphine Lannuzel, podría estar relacionada con una elevada presencia de hierro en su composición.
Estos hallazgos refuerzan la relevancia de las misiones científicas en el extremo sur del planeta, no solo por su valor biológico, sino también por el papel clave que juega la región en la dinámica climática global.