Angelo Attanasio BBC News Mundo
«Estamos al límite».
Así resume Giorgio Gori (Bérgamo, Italia, 1960), el alcalde de Bérgamo, lo que está viviendo desde hace semanas esta ciudad de 122.000 habitantes del norte de Italia, ubicada a unos 60 km de Milán.
Con 3.400 contagiados (número actualizado en la tarde del 15 de marzo), la provincia homónima es la más afectada del país europeo, una situación que está saturando el sistema sanitario de la zona.
En el resto de su región, Lombardía —con algo más de 10 millones de habitantes—, se contabilizan más de 13.000 casos, con unos 1.200 fallecidos.
Los médicos del hospital Giovanni XXIII, el más grande de la ciudad, también están al límite. Ponen en ventilación mecánica hasta siete enfermos por día y descansan en promedio un día cada dos semanas. Solo en esa provincia se infectaron ya más de 50 médicos desde el inicio de la emergencia.
Un video que está circulando por las redes sociales muestra cómo las páginas dedicadas a los obituarios del diario local pasaron de ser tres el 9 febrero a 11 el 13 de marzo.
A Giorgio Gori, el alcalde de Bérgamo, le sorprende que otros gobiernos europeos estén tardando tanto en tomar medidas ante el coronavirus.
En conversación con BBC Mundo, Gori, que encabeza la alcaldía de su ciudad desde hace seis años, lamenta que los políticos —»incluso yo»— subestimasen al principio la gravedad de la situación.
Esto, sumado a que, entre finales de diciembre y principios de enero, hubo un brote de coronavirus en un hospital de la zona que no fue identificado como tal, hizo que la epidemia se expandiera rápidamente y de forma masiva.
Ahora, en cambio, a Gori le sorprende que, dada la experiencia italiana, otros gobiernos europeos hayan tardado tanto en tomar medidas.
«Tengo dos hijas que estudian en Reino Unido y ayer por la noche las hice volver a Italia», explica por teléfono desde su oficina del ayuntamiento.
A continuación la entrevista.
¿Cómo es la situación actual en la ciudad?
En este momento somos el epicentro europeo de la epidemia de covid-19. Aquí tenemos el mayor número de contagiados, de gente ingresada en hospital y, lamentablemente, también de víctimas. Solo en la última semana en nuestra provincia hubo más de 300 fallecidos a causa del coronavirus.
Yo mismo tengo en mi círculo más cercano a personas que se infectaron y a otras que lamentablemente murieron.
En realidad, según los epidemiólogos, la mortalidad en esta zona es proporcional a la propagación del virus.
Sin embargo, parece mayor porque estoy convencido de que no se están registrando todos los positivos por coronavirus. La mayoría de los contagiados son asintomáticos y no saben que son positivos.
Es por eso que suplicamos al gobierno que impusiera medidas para contener las relaciones sociales. De no hacerlo, habríamos tenido por las calles a decenas de miles de personas positivas —quizás con síntomas muy leves pero capaces de contagiar—, y eso habría sido infinitamente peor.
Y esa cantidad de muertes nos dice cuál es el tamaño del fenómeno.
Una de las mayores preocupaciones ahora es la falta de instalaciones de cuidados intensivos dado el aumento continuo de pacientes.
¿Qué medidas tuvo que tomar para hacer frente a esta situación extraordinaria?
Tuve que cerrar el cementerio de la ciudad, para proteger a las personas mayores que iban a visitar a sus seres queridos que murieron en estas últimas semanas.
Por otro lado, tuve que abrir la morgue del cementerio y la iglesia para alojar la gran cantidad de cadáveres que se fueron acumulando.
Incluso tuvimos que pedir ayuda a otras ciudades para que nos dejaran usar sus hornos crematorios, porque los nuestros no son suficientes.
La primera ciudad fue Civitavecchia (cerca de Roma, a unos 600 km de Bérgamo), y ayer el alcalde de Módena (en Emilia Romaña, otra de las zonas más afectadas por la epidemia) me llamó para decirme que estaban dispuestos a cremar a veinticinco cadáveres.
Ahora estoy a punto de firmar un paquete de cartas para informar a los alcaldes de otros municipios que estamos enviando esta triste carga a sus ciudades.
También se trasladaron algunos enfermos a otras ciudades italianas.
Sí, por ejemplo dos ciudadanos de Bérgamo están siendo atendidos en reanimación en el hospital de Palermo (en Sicilia, a más de 1.500 kilómetros de distancia).
Este es el tema más candente de todos: la falta de instalaciones de cuidados intensivos dado el aumento continuo de pacientes.
La capacidad de la Unidad de Ciudados Intensivos (UCI) del hospital Giovanni XXIII de Bérgamo se iba ampliando constantemente, de una manera casi milagrosa, y siempre se encontraron soluciones para los enfermos. Pero estamos al límite, y este límite ya se excedió varias veces.
Todo dependerá de cómo evolucione la situación en la próxima semana. Si hay resultados positivos —es decir, si disminuye el número de contagiados e ingresados—, el sistema sanitario, aún con dificultad, será capaz de resistir.
Por el contrario, si no disminuye la curva de la epidemia, los expertos nos dicen que el sistema no podrá aguantar de ninguna manera.
En Bérgamo también hay en marcha varias iniciativas ciudadanas para ayudar a la comunidad ante la crisis por el coronavirus.
Mañana el gobierno italiano decidirá sobre la creación de un hospital de campaña para cuidados intensivos cerca de Milán, parecido al que se hizo en Wuhan, en China.
Sí, esto aliviaría la situación en toda la región de Lombardía, pero necesitamos también muchos ventiladores y muchos más médicos.
Estamos llamando a los médicos jubilados, estamos reclutando a los interinos y estamos considerando la posibilidad de contratar a médicos extranjeros.
Hasta ahora Cuba, Venezuela y China mostraron su disponibilidad para enviar profesionales de sus países.
¿Cómo está reaccionando la comunidad de Bérgamo?
Esta es una comunidad muy seria, de personas capaces de comprender la responsabilidad individual que todos llevan consigo. Les explicamos que este virus solo se puede controlar si todos cumplen con las reglas.
También se están llevando a cabo iniciativas solidarias que están ayudando a la comunidad.
Dos, en particular. La primera son los centenares de voluntarios que se pusieron a disposición para dar alimentos, medicinas y asistencia especialmente a los ancianos que viven solos en casa.
Desafortunadamente, nos faltan dispositivos de protección como las mascarillas. Las estamos buscando por todas partes, rogando a cualquiera que nos las envíe, desde Italia o desde otros países, porque no puedo enviar a esos voluntarios sin protección.
La otra iniciativa es la de los trabajadores de nuestras bibliotecas comunales, que leen cuentos a través de Facebook para los niños que estos días están en casa y no pueden ir a la escuela; incluso inventaron uno.
Por lo tanto, ahora en Bérgamo tenemos estas dos imágenes: la de una ciudad completamente desierta y la de una ciudad profundamente solidaria.
En la última semana han muerto 300 personas en la provincia de Bérgamo.
Durante estos días, en muchas ciudades italianas las personas salieron a la ventana de sus casas para cantar y tocar, para exorcizar este momento difícil. ¿Está pasando también en Bérgamo?
Sí, aquí lo hacen también, pero tal vez un poco menos. En el espíritu de la gente de aquí, de momento, se impone la sensación de emergencia.
Creo que aún es un poco pronto como para que la ciudad salga al balcón a cantar.
Usted en 2016 organizó el «abrazo más grande del mundo»: más de 11.000 personas circundaron las murallas venecianas de la ciudad vieja para pedir que fueran reconocidas Patrimonio de la Humanidad. Esa vez lo consiguieron. ¿Lo volverán a hacer cuándo la epidemia se acabe?, informó BBC.